Lo maravilloso de leer el cosmos, en cualquiera de sus manifestaciones, es que la simbología es inagotable. Como
seres humanos habitantes de la Tierra, podemos mirar hacia el cielo y
deleitarnos con el tránsito estelar. Nuestro imaginario nos brinda muchísimo
material para encajar lo que muestran los cuerpos celestes en su movimiento con
nuestra dinámica interna.
Deleitarnos en la comprensión simbólica del cosmos puede
abrirnos puertas, motivarnos y aliviarnos las inquietudes existenciales.
Veamos la conjunción entre el Sol y Marte que ocurrirá esta semana y abre un
ciclo de casi dos años en donde se podrán emprender nuevos proyectos, ideas,
iniciativas y relaciones que redimensionen nuestra vida y aumenten el sentido
de realización personal.
El Sol representa al héroe que todos llevamos dentro. Durante su
infancia, el héroe jamás puede llegar a imaginarse de dónde viene realmente. Y
recordemos que el linaje de todo héroe siempre es sagrado (híbrido entre humano
y divino). En un principio se cree común y corriente, pero muy en el fondo
presiente, intuye que posee un destino especial. La sensación de dualidad es fundamental
cuando prevalece la conciencia solar. Trascender esa dualidad es lo que
caracteriza el camino del héroe. Sabemos que nuestra vida no se limita simplemente
a alimentarnos, reproducirnos y morir; implica un destino personal, único y
especial, un viaje hacia lo desconocido que nos aventurará hacia la
realización.
El héroe siempre sale a la batalla gracias al llamado interno
o a las circunstancias trágicas que le acontecen. La acción del héroe se
ejecuta cuando amerita resolver algo que no está bien. El despertar del héroe es tan inevitable como la salida del
Sol.
El Héroe se confronta con el cruce del umbral. En toda lucha
o crisis interna, lo más importante es trascender el
estado de indefensión, inferioridad, temor, soledad y confusión. Es un gran reto el que se
presenta, pues las mayores angustias deben ser superadas de una vez por todas.
El mayor temor del héroe es mostrarse tal y como es, pues teme sufrir el
rechazo si lo hace. Asumir su propia
existencia como ser completo en sí mismo es lo que le da el combustible para
actuar y salir a cumplir su destino. Y el mayor tesoro de todo héroe es lograr
valerse solo, así como el Sol brilla sin ser opacado ni sostenido por algún
otro cuerpo celeste, el héroe descubre su brillo y lo proyecta cuando comprende
que él y solo él es el protagonista de su historia. El tesoro del héroe es su
origen divino, su conciencia de redención, que no es otorgada por los demás,
sino forjada durante su camino de autodescubrimiento.
El Sol posee esta simbología heroica: brilla, despierta,
alcanza y encarna la realización de un
potencial.
Veamos ahora a Marte. Algunos asocian a Marte con el “guardaespaldas”
del Sol. Y es que durante el viaje del
héroe, cuando tiene que confrontarse con algún dragón, quien aparece
sosteniendo la espada lleno de furia y
dispuesto a obtener lo que quiere es nada más y nada menos que el valeroso
Marte. Ese espíritu combativo es el que
permite defender la individualidad. En
todas las historias de héroes existe una pelea, una
batalla, una disputa. Perseo mata a la Medusa
para obtener la mano de Andrómeda. Jasón mata al dragón para tener el Vellocino de
Oro.
La energía marciana es directa, no se anda con rodeos ni profundidades.
No entiende de matices, es tosca, burda y nada glamorosa. Su fuerza e ímpetu
muchas veces no cuenta con el buen discernimiento. Puede excederse,
impacientarse y actuar sin mediar. Marte
golpea y después pregunta. Su móvil es la emoción y la energía instintiva.
Cuando el Sol y Marte se unen, evento que suele ocurrir cada
dos años, aproximadamente, surge un
momento de lucha por la realización de nuestro destino, personal o
colectivo. Internamente buscamos expresar lo que somos sin complejos
ni dragones. Y la batalla se libra con
la fuerza marciana que combate a cualquier enemigo. Durante este tránsito el viaje del héroe
llega a su momento cumbre, se ejecuta la pelea con los demonios internos y los
verdugos que castran cualquier virtud
solar. Es un momento en el que la energía y la fuerza marciana
cuentan con la conciencia solar para dirigir su puño o su espada hacia un norte claro. Es aquí
cuando sale al paso el “guardaespaldas” cósmico que batallará con los
personajes míticos de la historia de cada quien, para al fin alcanzar la
realización y la liberación del potencial.
Esta conjunción bienal es
la oportunidad que se nos presenta en diferentes ámbitos para descubrir qué nueva aventura nos resuena y nos permite realizarnos como
héroes de nuestra vida.
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