Durante el mes de agosto del año 2002 realicé un viaje a la Gran Sabana y recuerdo que al llegar al Paují, compartí con algunos amigos del lugar y me comentaban acerca de la reciente visita que les había hecho José Argüelles. Para quienes no lo conocen, Argüelles es un artista e historiador que, junto a su esposa, ha llevado a cabo un minucioso trabajo de investigación para descifrar los códigos Mayas y la Ley del Tiempo. Entre sus títulos se destacan: "El factor Maya", "Cabalgando la Ola de Zuvuya", "La Tierra en ascenso", "La Sonda de Arcturus", entre otros. En aquel momento, adquirí un material informativo, muy sencillo, en el que se explicaba claramente el porqué de la necesidad de comenzar a aplicar el calendario lunar Maya. Desde entonces, la propuesta de Argüelles me ha resultado fascinante y muy adecuada ante la actual crisis ecológica que vive el planeta.
A continuación, les transcribo un fragmento de su propuesta publicada en el tríptico informativo distribuido por la Red de Arte Planetario:
"Un calendario es un instrumento de medida que sirve para ordenar la mente humana en función de planificar sus atividades sociales, económicas y espirituales.
El actual calendario de 12 meses irregulares, llamado gregoriano, fue impuesto en 1582 por dictamen del Papa Gregorio XIII. Siendo un calendario netamente solar (365 días), los meses son divididos de manera ilógica debido a que tienen diferentes cantidades de días (enero con 31, febrero con 28 ó 29, abril con 30, etc.), creando así, ciclos artificiales y dejando al margen los ciclos de la Luna. El término "Mes" proviene del latín mensen, que significa "Luna", y la palabra "Almanaque" deriva del término árabe al- manaj, que también significa "Luna".
El calendario gregoriano deriva del calendario romano, el cual tenía 10 meses, evidenciando sus irregularidades al observar que: septiembre (que significa el séptimo), lo encontramos como el noveno mes, octubre (octavo) es el décimo, noviembre (noveno) aparece como el onceavo y diciembre como el doceavo mes del año.
Está a la vista que el calendario que usamos actualmente para sincronizarnos, es un calendario irregular y desfazado de los ciclos naturales, que origina un desorden mental, el cual se refleja en el orden social a través de las constantes guerras, terrorismo, xenofobia, contaminación, desequilibrio económico global, etc.
Por lo tanto, es necesario utilizar un nuevo estándar para medir el tiempo."
